Eficiencia hídrica en la agroindustria: crecer sin consumir más
La agroindustria opera bajo una dinámica compleja: la demanda por alimentos aumenta, las exigencias de trazabilidad se fortalecen y la disponibilidad de agua —en muchas zonas— ya no garantiza expansiones productivas. Esa tensión entre crecimiento y disponibilidad hídrica obliga a mirar el recurso desde una perspectiva completamente distinta, menos intuitiva y más basada en datos.
Organismos internacionales han descrito el problema con precisión. La FAO, en su informe Water in Agriculture (2023), estima que una parte relevante de las pérdidas hídricas en procesos agroindustriales proviene de ineficiencias internas más que de condiciones externas. En paralelo, el World Resources Institute (WRI) sitúa a Chile dentro de los países con estrés hídrico significativo, lo que amplifica la necesidad de control y eficiencia en cada etapa del proceso productivo.
Un entorno regulatorio que exige trazabilidad
La operación agrícola y alimentaria ya no depende únicamente de la eficiencia técnica, sino también de la capacidad de demostrar esa eficiencia. La Ley 21.305 de Eficiencia Energética, junto con la reportabilidad al Balance Nacional de Energía (BNE), obliga a los grandes consumidores a monitorear sus consumos con rigor. Por otra parte, la Dirección General de Aguas (DGA) mantiene estándares estrictos respecto al uso y extracción.
A este marco se suman las exigencias de compradores internacionales, especialmente de mercados europeos, donde los criterios ESG se han integrado como requisito comercial. En ese contexto, la trazabilidad hídrica deja de ser un atributo deseable para transformarse en una variable de competitividad.
Dónde se producen las ineficiencias
En la mayoría de las operaciones agroindustriales existen patrones que dificultan el control del recurso. Entre los más comunes:
Procesos con variabilidad alta: Lavados, enfriamientos, sanitización o etapas que dependen de volumen de materia prima, temperatura ambiente y tiempos entre turnos. Pequeñas desviaciones pueden acumular sobreconsumos sin ser detectados.
Falta de medición continua: Cuando la información proviene de reportes manuales, éstos suelen llegar tarde. No permiten actuar cuando ocurre una desviación ni identificar tendencias en tiempo real.
Sistemas manuales sin correlación de datos: La experiencia del equipo es valiosa, pero sin medición granular es difícil distinguir si un peak de consumo responde a condiciones del día o a una fuga incipiente.
Estos puntos ciegos explican por qué muchos productores enfrentan consumos crecientes sin incrementos proporcionales en productividad.
IoT y analítica: visibilidad operativa para gestionar el recurso
La incorporación de sensores IoT, plataformas centralizadas y análisis comparativo permite transformar el agua en una variable gestionable.
Medición en tiempo real: Sensores de caudal, presión y temperatura entregan visibilidad detallada. El dato deja de ser estático y se convierte en un elemento dinámico donde cada minuto aporta evidencia.
Alertas inteligentes: La detección temprana de un flujo fuera de rango evita pérdidas y tiempos muertos. La OCDE indica que sistemas de alertamiento reducen entre un 12% y un 20% las pérdidas hídricas en industrias con alto consumo (OECD Water Governance, 2021).
Comparación entre turnos y temporadas: Con dashboards avanzados es posible identificar procesos que requieren ajuste, turnos que operan con mayor eficiencia o líneas que presentan variabilidad recurrente.
La correlación entre consumo y producción —algo históricamente difícil de observar— se vuelve parte natural de la gestión.
Crecimiento sin ampliar extracción
La idea de que crecer requiere más agua está cambiando rápidamente. Con monitoreo continuo y análisis de patrones es posible:
habilitar mayor capacidad productiva sin ampliar infraestructura hídrica;
optimizar sanitización y lavado sin comprometer estándares;
ajustar variables operacionales en función de datos;
cumplir criterios ESG con trazabilidad verificable;
reducir costos asociados a pérdidas y variabilidad.
La IEA, en su estudio Water–Energy Nexus (2022), señala que la eficiencia hídrica sostenida depende más de información y automatización que de nuevas fuentes de agua.
Un escenario donde la eficiencia se vuelve estrategia
La agroindustria enfrenta un entorno donde la disponibilidad de agua seguirá siendo limitada y las exigencias regulatorias aumentarán. En ese contexto, la modernización de la gestión hídrica es una decisión estratégica, no solo ambiental.
Las empresas que integran tecnologías IoT para el control de variables hídrica, energética y operacional logran operar con mayor estabilidad, menores pérdidas y una trazabilidad que mejora su posición frente a mercados nacionales e internacionales.
La eficiencia hídrica ya no es un diferencial: es una condición para crecer.
